En 2010, unos seiscientos mil estadounidenses y más de siete millones de personas en todo el mundo murieron de cáncer. En Estados Unidos, una de cada tres mujeres y uno de cada dos hombres desarrollarán un cáncer durante su vida. Una cuarta parte de las muertes de estadounidenses, y alrededor del 15 por ciento de todos los fallecimientos en el mundo, se atribuirán a él.
En algunos países, el cáncer superará a las enfermedades cardíacas como la causa más habitual de muerte. Con esto en mente no es de extrañarse que usted haya conocido en su vida al algún enfermo de cáncer o incluso peor, que lo haya padecido en carne propia.
Atendiendo a la interrogante que es el cáncer, podemos responder desde una perspectiva científica. Cada vez que nuestras células se dividen, necesitan hacer una copia exacta de nuestro código genético, una maquinaria de enzimas copia fielmente cada base nitrogenada y la aparea con su complementaria.
Los errores en la secuencia del material genético pueden iniciar a las células por el camino a convertirse en cáncer al mutar los genes que controlan la división celular. La importancia de la división celular reside en que es el proceso por el cual se obtienen células nuevas para remplazar a las viejas de un tejido o para reparar lesiones.
Por tanto, es fundamental que nuestra información genética se copie con precisión cuando las células se dividen y se repare cualquier daño en el DNA para que se pueda obtener una célula normal. El daño al DNA puede ocurrir en distintas maneras, en respuesta a la luz del sol o la radiación, pero también puede ocurrir al azar.
Sin importar la causa, nuestras células necesitan reparar el daño, y si no pueden, entonces pueden aparecer diversas mutaciones o reordenamientos cromosómicos que pueden conducir directamente al cáncer. De todas las moléculas contenidas en una célula, el DNA se coloca en la posición muy compleja.
Por un lado, es esencial que la información genética permanezca casi invariable a medida que se transmite de una célula a otra, es decir, que no mute. La magnitud de alteraciones espontáneas, o lesiones, puede apreciarse a partir de la estimación de que cada célula de un mamífero de sangre caliente ¡pierde aproximadamente 10 000 bases por día!
El fallo en reparar tales lesiones produce alteraciones permanentes o mutaciones en el DNA. Si la mutación ocurre en una célula destinada a convertirse en un gameto ya sea un espermatozoide o un ovuló, la alteración genética puede transmitirse a la siguiente generación en forma de un síndrome genético.
Las mutaciones también tienen efectos en las células de todo nuestro cuerpo, pueden conducir a la transformación maligna de una célula que desemboqué en cáncer o acelerar el proceso por el cual un organismo envejece.
Teniendo en cuenta las consecuencias potencialmente drásticas de las alteraciones en las moléculas de DNA y la alta frecuencia con la que ocurren, es esencial que las células posean mecanismos para reparar el daño del DNA. De hecho, las células tienen un arsenal desconcertante de sistemas de reparación que corrige prácticamente cualquier tipo de daño al que una molécula de DNA es vulnerable. Se estima que menos de un cambio de base en miles escapa de los sistemas de reparación de una célula.
Tanto las células procariotas (bacterias) como las eucariotas (animales) poseen una variedad de proteínas que vigilan grandes tramos del DNA, en busca de sutiles modificaciones químicas o distorsiones de la cadena de DNA. En algunos casos, el daño puede repararse de manera directa. Los seres humanos, por ejemplo, poseen enzimas que pueden reparar de forma directa el daño de los agentes alquilantes productores de cáncer.
Sin embargo, la mayoría de los sistemas de reparación requieren que se elimine de manera selectiva una sección dañada de DNA. Una de las grandes virtudes del DNA bicatenario es que cada hebra contiene la información requerida para construir su pareja. La reparación del daño del DNA en las células eucariotas se complica por la relativa inaccesibilidad del DNA dentro de las fibras de cromatina plegadas al núcleo.
Como en el caso de la transcripción, la reparación del DNA implica la participación de máquinas de remodelación de cromatina, como las enzimas modificadoras de histonas y los complejos de remodelación de nucleosomas, centros que organizan el material genético.
Por tanto, el hecho de estar vivo y poseer un sistema orgánico compuesto por células nos hace susceptibles al cáncer desde nuestro nacimiento hasta el día que nos marchamos, el que podamos desarrollar cáncer estará determinado por el acumulo de mutaciones que nuestras células tengan, esta tendencia crece en paralelo a los factores de riesgo a los que estamos expuestos, ya sean químicos mutágenos o la exposición a la luz ultravioleta propia del sol de entre tantos que se pueden más mencionar.
Así mismo, ante un mayor número de mutaciones se incrementa la probabilidad de que alguna afecte DNA codificante, que expone a el desarrollo de cáncer. En esencia el cáncer es un conjunto de mutaciones que alteran la maquinaria celular para mal, y la forma de prevenirlo es evitar exponernos a agentes dañinos o el no haber nacido.
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Bibliografía:
- Karp, G., & Araiza Martinez, M. E. (2020). Biología celular y molecular: Conceptos y experimentos / Gerald Karp (8a ed. --.). México D.F.: McGraw- Hill.
- Siddhartha Mukherjee. (2010). El emperador de todos los males: Una biografía del cáncer . Estados Unidos : DEBATE.
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